lunes, 18 de agosto de 2014

El canto del cuco: cara y cruz

Debo reconocer que estoy adoptando la mala costumbre de retrasarme con los retos literarios, pero espero que esta vez sea la última. De la manera que sea, no pretendo excusarme sino ir directo al grano: traigo mi opinión sobre el libro propuesto por Julio para el mes de julio, Elcanto del cuco.

En un principio pensaba hablar sobre Rowling, ms al darme cuenta que Julio había dicho todo lo necesario sobre lo que implica para los Potterhead leer algo nuevo de esta autora que no tuviera relación con Harry supe que no tenía derecho a alegar más nada. Lo cierto es que cualquiera que haya crecido junto a Harry puede sentir que ha abandonado lo juvenil para adentrarse a un mundo mucho más maduro, real y cruel.

Al inicio estaba algo reticente porque en mi interior sabía que tras leer a Rowling de nuevo, esta vez bajo un seudónimo, mi perspectiva sobre ella cambiaría. Hoy me doy cuenta que no fue así porque su huella quedó plasmada en cada rincón del libro; narración fluida, ricas descripciones de ambientes y personajes, una historia interesante encuadrada a la perfección… Sin embargo, esta vez no hay símbolos que nos conduzcan a una conclusión porque las ideas [de Rowling] están esparcidas, desnudas, impúdicas y trasparentes por todo el libro. Cormoran Strike, la imagen de la imperfección, es prueba fehaciente de ello con sus malas costumbres, pasado turbulento y pésima suerte.

Contrapuesto a Cormoran tenemos a Robin, una bella joven inglesa cuyo mundo irradia perfección; prometido perfecto, apariencia perfecta, sueños perfectos. Son la cara y el sello de una moneda, se encuentran unidos por casualidades afortunadas y un mutuo deseo infantil. Es curioso, pero hasta el momento no he leído ni una sola novela policial donde no exista este prototipo de dúo imperfecto que se complementa más por los defectos que por las virtudes.

En cierto punto, específicamente al principio, pensé con algo de ilusión que podría encontrarme con un Mikael Blomkvist y una Lisbeth Salander. No obstante, al avanzar me resultó tremendamente evidente que la pluma de Rowling resulta más ligera y aplacada que la de Stieg Larsson. No voy a comparar las obras (no se me ocurriría jamás), no solo porque considero a los autores muy diferentes sino porque los personajes en sí no lograrían entrar en la misma categoría -tal vez porque se trata de dos sagas que a grandes rasgos no fueron escritas con el mismo objetivo.

Lo que si debo admitir es que mientras Lisbeth y Mikael me fascinaron con sus complejos psicológicos y la crudeza de sus acciones, Cormoran y Robin me gustan por la fortaleza y frescura que irradian; es una imagen que transmiten a toda la novela, lo que sin duda suma puntos a favor de ella. Es un par dinámico, brillante y entretenido. Desde mi perspectiva, son lo mejor de esta novela policial.


Y llegado a este punto tengo que concordar con Julio, quien decía que Rowling nuevamente encontró una manera de inducir cuidadosamente a un público, esta vez más adulto que juvenil e infantil, a un género híbrido donde brillan como constelaciones y estrellas la virtud y el desencanto, la bondad y la maldad,  la verdad y la mentira.

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