Debo
reconocer que estoy adoptando la mala costumbre de retrasarme con los retos
literarios, pero espero que esta vez sea la última. De la manera que sea, no
pretendo excusarme sino ir directo al grano: traigo mi opinión sobre el libro
propuesto por Julio para el mes de julio, Elcanto del cuco.
En
un principio pensaba hablar sobre Rowling, ms al darme cuenta que Julio había
dicho todo lo necesario sobre lo que implica para los Potterhead leer algo nuevo de esta autora que no tuviera relación
con Harry supe que no tenía derecho a alegar más nada. Lo cierto es que cualquiera
que haya crecido junto a Harry puede sentir que ha abandonado lo juvenil para
adentrarse a un mundo mucho más maduro, real y cruel.
Al
inicio estaba algo reticente porque en mi interior sabía que tras leer a
Rowling de nuevo, esta vez bajo un seudónimo, mi perspectiva sobre ella
cambiaría. Hoy me doy cuenta que no fue así porque su huella quedó plasmada en
cada rincón del libro; narración fluida, ricas descripciones de ambientes y
personajes, una historia interesante encuadrada a la perfección… Sin embargo,
esta vez no hay símbolos que nos conduzcan a una conclusión porque las ideas
[de Rowling] están esparcidas, desnudas, impúdicas y trasparentes por todo el
libro. Cormoran Strike, la imagen de la imperfección, es prueba fehaciente de
ello con sus malas costumbres, pasado turbulento y pésima suerte.
Contrapuesto
a Cormoran tenemos a Robin, una bella joven inglesa cuyo mundo irradia
perfección; prometido perfecto, apariencia perfecta, sueños perfectos. Son la
cara y el sello de una moneda, se encuentran unidos por casualidades afortunadas
y un mutuo deseo infantil. Es curioso, pero hasta el momento no he leído ni una
sola novela policial donde no exista este prototipo de dúo imperfecto que se
complementa más por los defectos que por las virtudes.
En
cierto punto, específicamente al principio, pensé con algo de ilusión que
podría encontrarme con un Mikael Blomkvist y una Lisbeth Salander. No obstante,
al avanzar me resultó tremendamente evidente que la pluma de Rowling resulta
más ligera y aplacada que la de Stieg Larsson. No voy a comparar las obras (no
se me ocurriría jamás), no solo porque considero a los autores muy diferentes
sino porque los personajes en sí no lograrían entrar en la misma categoría -tal
vez porque se trata de dos sagas que a grandes rasgos no fueron escritas con el
mismo objetivo.
Lo
que si debo admitir es que mientras Lisbeth y Mikael me fascinaron con sus
complejos psicológicos y la crudeza de sus acciones, Cormoran y Robin me gustan
por la fortaleza y frescura que irradian; es una imagen que transmiten a toda
la novela, lo que sin duda suma puntos a favor de ella. Es un par dinámico,
brillante y entretenido. Desde mi perspectiva, son lo mejor de esta novela
policial.
Y
llegado a este punto tengo que concordar con Julio, quien decía que Rowling
nuevamente encontró una manera de inducir cuidadosamente a un público, esta vez
más adulto que juvenil e infantil, a un género híbrido donde brillan como
constelaciones y estrellas la virtud y el desencanto, la bondad y la maldad, la verdad y la mentira.
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