Hace varios días, y por una agradable coincidencia, di con un artículo un poco antiguo de la BBC en el que Jennifer Armstrong, la autora, narraba su experiencia dentro del hábito de la lectura y utilizó el término 'lector compulsivo', lo que me causó gran curiosidad y quise compartir mi opinión sobre el tema con ustedes.
El artículo, que puede ser leído aquí, habla de manera general de la necesidad que tiene un lector de continuar leyendo una vez que ha iniciado un libro, lo que se podría convertir posteriormente en una forma de lectura compulsiva.
Para quienes no ubiquen el tema de las compulsiones, son conductas repetitivas que son producto de un pensamiento recurrente (generalmente irracional) y generan ansiedad cuando no son realizadas en el orden establecido.
¿Dentro de este grupo de conductas se incluye a la lectura?
Sí. Pero no os alarméis, puesto que ser un "lector compulsivo" en la mayoría de sus casos no es culpa suya directamente, más bien podría entenderse a las editoriales y sus fechas de publicación como los causantes de estas circunstancias.
Cuando un lector se encuentra con libros de más de un tomo su vida da un cambio, y es que escuchar cosas como 'necesito que George R. R. Martin publique pronto el nuevo libro' o 'ya era hora de que lo publicara' son el pan nuestro de cada día.
El lector acostumbrado a las historias de un solo volumen se ve engullido por las sagas, y su necesidad de conocer lo que sigue de la narración puede llegar a límites inusitados.
El lector acostumbrado a las historias de un solo volumen se ve engullido por las sagas, y su necesidad de conocer lo que sigue de la narración puede llegar a límites inusitados.
Leer en la mesa, en las aulas, en el sofá, deja de ser una actividad relajada y da paso a una forma de presión autoimpuesta que no permite paladear cada frase, sino que convierte al lector en un individuo famélico que lee porque 'debe terminar ese libro para continuar con el siguiente', saltándose así párrafos enteros porque no considera que haya contenido relevante allí.
En algún momento de la vida hemos de encontrarnos con personas así, devoradores de letras que pierden el entusiasmo por la degustación de la palabra y solo desean aplacar el Efecto Zeigarnik; pero también hemos de encontrarnos con lectores de hábito, de pasión, que se embarcan en sagas buscando un universo en el cual retozar plácidamente mientras se espera un servicio o durante momentos de ocio.
Si el mercado nos transforma en lectores compulsivos, es que algo estamos haciendo mal, ya que la lectura en sí misma es sinónimo de paciencia y calma, la ansiedad de una compulsión aplicada a la lectura no debe ser bien recibida, al contrario, el acto de leer y una conducta compulsiva deberían estar tan alejados el uno del otro como sea posible.
¿Creen ustedes lo mismo?
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