No vengo a tratar de términos académicos
empleados en el medio de la publicación, edición u otras etapas de la
producción de un libro o de los oficios vinculados a la literatura. El tema a
tratar es un mal que a muchos seguidores de algunos libros en específicos, esos
que levantan fandoms, nos sucede.
Y es que el día del orgullo friki está a la
vuelta de la esquina y esa esquina es el fin de semana. El 25 de mayo se
celebra el día del orgullo friki. Por lo del estreno de una película de Star
Wars, una nueva esperanza. Y también es el día de la toalla, que para quienes
no hayan leído la guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams, se están
perdiendo de conocer lo valiosísimo de este día, y el tema acá no es hablar de
este libro así que mejor vayan léanlo y averígüenlo por sí mismos.
Cómo mencionaba sobre el frikismo, lo hago
en un blog de literatura porque si están por acá son unos frikis de los libros.
Y es que esa parte de la cultura popular que cae en la definición de friki se
ha visto muy influenciada por la literatura, como es el caso de Douglas Adams.
O a la inversa, esta se propaga tanto que llega a la literatura. Y para no
irnos más lejos Star Wars es un claro ejemplo de ello. Si no lo creen vayan a
averiguar cuántos libros conforman el universo expandido de esta saga
cinematográfica, la vida es corta para
leerlos.
Y por eso el tema de hoy es un tópico que
entra tanto en nuestro usual debate de literatura, como en el campo friki. Y es
cuando aquellos términos, frases, jergas de la cotidianeidad de nuestros
libros, y personajes que le habitan, se convierten en algo tan propio que no
podemos estimar nuestro mundo sin expresarnos como si estuviéramos en el
universo de Harry Potter, Cazadores de Sombras, El Señor de los Anillos, por
mencionar a los más populares.
¿Cuántos de ustedes no han padecido ante la
incomprensión mundana de aquellos que
no saben de qué estás hablando cuando sueltas frases tan comunes y
tradicionales como ‘gárgolas galopantes’? Que si te refieres a alguien como
‘Divergente’ se lo puede llegar a tomar como un insulto.
Y es que como dicen los profesores de
lengua, los libros amplían tu vocabulario, lo que ellos no consideran en sus
discursos es que este vocabulario en algunos casos viene de otras lenguas, de
otros mundos y en el día a día quienes poseen ese conocimiento particular
resultan incomprendidos. Es como hablar en clave, a tu alrededor puede que no te
entiendan. Hay que ver también lo positivo y es que es una manera práctica de
detectar lectores o personas con gustos similares.
Regresando al tema de la polémica. Muchos a tu alrededor puede que
también se asusten al escucharte hablar de una manera para ellos desconocida y
con palabras que tal vez en el diccionario no existan. Habrá quienes dirán que
hablas en lenguas o que estas poseído por algún demonio. Definitivamente, la
ignorancia fomenta el bullying.
Pero ¡calma! No eres el único. Y como sé
que este no es al único inconveniente al que te enfrentas continuaré tratando
estos temas que si bien no sirven para superar el problema, al menos quedan como
constancia de que no estás solo en la aventura de leer. Y arriésgate sin miedo,
que son mayores los placeres que un libro te puede dar (y no hablo de
literatura erótica) que las incomodidades sociales que se te pueden presentan
por ser lector.
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